Bastille contra los bibliotecarios malvados by Brandon Sanderson & Janci Patterson

Bastille contra los bibliotecarios malvados by Brandon Sanderson & Janci Patterson

autor:Brandon Sanderson & Janci Patterson [Sanderson, Brandon & Patterson, Janci]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00


—Eh, gracias a mí salimos de las Tierras Silenciadas —dijo—. Menos da una piedra.

Eso era verdad. Y me empezaba a responder cuando lo picaba. Era una buena señal y me habría animado mucho más si no tuviera delante a un aj que ya había declarado su intención de comerme.

—Una pajita —dije por la comisura de la boca—. Necesitamos una pajita.

—No hay ni una en toda la isla —dijo el aj—. No pensarías que no lo comprobé antes de instalarme.

Seguro que era verdad.

—¿Y una fresa? —preguntó Alcatraz.

—No es lo mismo —dijo el aj.

—¿Por qué? —le pregunté yo—. ¿Llevas fresas encima?

Alcatraz se encogió de hombros.

—No, es por ver si entiendo las reglas.

—Las reglas son que, si toco una brizna de paja, tengo que hacerte el servicio de no comerte. O cualquier otro servicio que quieras, vamos, pero siempre pedís lo mismo.

Me imaginaba por qué.

—¿Seguro que la hierba no es paja? —pregunté.

Alcatraz me lanzó una mirada de satisfacción. Aquello era todavía mejor. Habría estado muy contenta si no supiera que el aj nos iba a devorar.

—Vale, idiota —dije—. A ver qué se te ocurre a ti.

Alcatraz se puso a pensar. Luego, esperanzado, miró al aj.

—No nos comas, por favor —dijo—. Sería muy apajatoso.

Oh, no.

—Alcatraz, me parece que no…

—Es que parecéis tan apajitosos… —respondió el aj.

—Venga, déjalo. Tenemos que trapajar. Sería pajnífico que no nos devoraras.

Los dos me miraron, expectantes.

—Conmigo no contéis —dije—. Prefiero que me devore a hacer un chiste de ese nivel.

Hay que poner límites si se quiere conservar un poco de autoestima.

—Tu habilidad para esto es incompajarable —dijo el aj.

—Y tú eres un adversario espajacular —respondió Alcatraz.

Cristales rayados. Vale. Lo reconozco. Me rendí.

—Esto es la paja de agua que colma el vaso —dije.

Alcatraz asintió, sombrío.

—Tuviste suerte al dar conmigo. Era como encontrar una aguja en un pajar.

El aj hizo un sonido gutural y fui a coger la espada.

Y entonces me di cuenta de que el aj se estaba riendo.

—Vale —dijo cuando terminó—, habéis sido tan entretenidos que os dejo elegir a cuál me como primero.

De inmediato, Alcatraz se ofreció voluntario.



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